
Un día después de leer esta noticia supe del hallazgo de una fosa común por parte de los obreros que trabajan en el alcantarillado de la calle Colonia Española de Méjico, en el barrio de la Fuensanta. Levantaron expectación aquellos muertos antiguos, varios cadáveres enterrados unos encima de otros separados por capas de cal. A falta de una datación exacta, es de suponer que ahí yacían algunas de miles de víctimas que el endémico cólera provocó en Valencia desde el XVII. La juez se inhibió. Y la concejala Ramón-Llin declaró que según manifestaran los servicios arqueológicos municipales, se seguiría con las obras o por el contrario, se obtaría por
soluciones técnicas alternativas viables(Las Provincias 17/06/09). Lo que en su momento, no me dejó muy tranquila. Pero hoy he escuchado en la cadena Ser que ha sido la propia constructora la que ha contratado a un arqueológo para supervisar la obra, una vez concluido el estudio por los servicios arqueológicos municipales(SIAM), tal y como se estable en el protocolo de cumplimiento de la Ley de Patrimonio Valenciano.
A pesar de todo, la ciudad ni se deja enterrar, ni olvidar.
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